domingo, 17 de febrero de 2013

Compartiendo experiencias


La vocación Oblata don sublime de Dios depositado en lo más profundo de mi alma, allí sintiendo vivo, presente y amando. El toque delicado de Dios en la oscuridad de una larga noche envuelta con tinieblas de dudas, confusión, desanimo, siendo mi único refugio mi amado Jesús que nunca abandona. Mi experiencia la relaciono con la figura de Pedro que viendo a Jesús caminar sobre las aguas quiso dirigirse a él, de pronto tuvo miedo dudó y empezó a hundirse, donde surge un grito desesperado ¡Señor sálvame! Y Jesús conociendo su debilidad extiende su mano lo levanta, lo abraza tiernamente; así Jesús me tomó de su mano cuando me sentía a unos pasos por desviar mi camino, en el silencio de mi alma le suplicaba: ¡Señor sálvame! Y sentir su amor misericordioso, su mirada tierna, su mano amiga que me lleva a expresar: "Te sigo Señor a donde quiera que tú vayas". Es imposible explicar con palabras la actitud del Amado que prueba a su amada y va a su encuentro en el alba de un nuevo día. 
Esta vivencia ha a marcado mi vida, porque sintiendo el toque de Dios valoro aún más mi vocación, la Congregación con la que estoy profundamente agradecida, por su acogida, su comprensión, su apoyo incondicional... y de todas las Hermanas que supieron fortalecerme con su oración, con sus palabras, su testimonio de vida. Todo esto me ha llevado a comprender y unirme a todas las hermanas y ofrecerles mis oraciones, pedirles la confianza en Dios porque para Él nada es imposible, y termino con esta frase que me parece es la expresión sintética de mi experiencia “ mi amado es para mi y yo para mi amado” Cantar de los cantares 2,16. 
Con afecto...
Hna. Patricia Gualpa

No hay comentarios:

Publicar un comentario